Noche de fiesta. Noche histórica. Noche para recordar toda una vida. Toda Málaga
lloraba y rezaba de emoción mientras digería la magnitud de su
maravillosa hazaña. Málaga es de Champions. Uno de los ocho mejores de
Europa. “Nunca habíamos vivido esto y nos lo merecemos!” explotaba un
emocionado Francisco I Alarcón Isco, uno de los arquitectos de la preciosa Fumata Blanca en La Rosaleda. Nadie puede con esta Má
Atronaba el himno de la Champions, la maravillosa adaptación de Toni Britten
de una obra de Handel “Zardok el Sacerdote”. ¡Sí se puede, sí se puede!
Rugían 27.500 gargantas malagueñas con 2.500 animosos seguidores del
Oporto como deportiva fuerza transgresora. “Hemos superado nuestras
expectativas, pero no es suficiente” arengaba Mandela a
sus Springboks de Sudáfrica en Invictus que se jugaban el honor de un a
tierra contra la poderosa Nueva Zelanda de Lomu. Emoción. Nervios.
Responsabilidad. El Málaga salió con la consigna inicial de no encajar goles y aprovechar la experiencia del Conejo Saviola,
que se ha comido la hierba con cinco equipos en la Champions escoltado
por la bestialidad de Baptista. Iturra el artista; Toulalan el
infatigable arquitecto; Joaquín e Isco, los pintores; Weli y Demichelis,
las murallas, los antitanques encargados de que Jackson Martínez,
espiado por Barcelona y Atlético de Madrid, no bailara el Thriller. ¡A
por ellos! , el grito de guerra.
El Oporto, físico y sin ranuras, no vino a encerrarse,
pero no regalaba ni un milímetro de terreno. Increíble su poderío, cómo
cierran espacios. Es como un partido de rugby donde ceder metros al
rival es medio drop. Defour se hincaba a faltas y con 23 minutos
acumulaba cuatro y una amarilla. Trabajo sucio practico. El Málaga
era un boxeador estilista pero con escaso repertorio de golpes.
Imposible hacer una contra. Siempre había cuatro portugueses por
malaguista. Antunes, desde fuera del área obligó al
veterano (35 años) Helton a realizar su primer paradón. Era el minuto 35
y la primera andanada del Málaga era de un defensa. En el minuto 39, el
escándalo. El árbitro anula, de manera vergonzosa un gol a Saviola,
nadie sabe por qué. Si hubo alguna falta, fue un penalti escandaloso de
Danilo a Baptista. La Rosaleda estalló con gritos contra Michel Platini,
el presidente de la UEFA muy poco querido por estas tierras. Pero tres
minutos después Isco sacó a pasear ese genio y talento innato de lops
privilegiados. Era el minuto 43. Isco recibe un balón corto de Iturra. Con un quiebro se fue de Lucho González y con una maravillosa vaselina anotó un gol de crack. ¡Maravilloso gol!
La eliminatoria se equilibraba. A los 48 minutos, el belicoso belga
Defour hacía una entrada por detrás a Joaquín. El contemplativo Rizzoli
sacó al belga la segunda amarilla.
El Oporto se quedaba con 10 jugadores. El panorama escampaba para un
Málaga que apretaba. Otamendi en el minuto 56 desbarató un remate de
Saviola con olor a 2-0. Los de Pellegrini entraban como aviones. Y Vitor
Pereira optó por sentar al desafortunado Varela, para situar a un
defensa, Maicon.
El despliegue de facultades del Málaga era épico y emotivo. Y la
locura llegó en el minuto 77. Un córner sacado por Joaquín es rematado,
en el primer balón que tocaba, por Roque Santa Cruz, que cabeceó a la red. Toda Málaga, toda España,
lloraba y rezaba. El estadio rugía ¡Si se puede! Susto tremendo con un
gol anulado por un claro fuera de juego a Maicon, otro de Jackson
Martínez, aburrido por el Mariscal Weligton. Infartos. Sufrimiento.
Quedaban cinco infinitos e interminables minutos. ¡Arbitro, la hora! El
reloj no corría. Y por fin, pitido final. Málaga, azotada por el paro
castigada por la UEFA e ignorada por el jeque Andullah bin Nasser
Al-Thani necesitaba una alegría así. Y se la merecía.
jueves, 14 de marzo de 2013
El Málaga es grande de Europa
7:43
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