Habituado a dominar el tiempo de los partidos y a saber que la
inercia del juego le acostumbra a llevar a buen puerto, el Barça se
enfrenta hoy a su prueba más complicada en los últimos tiempos. El
equipo de Roura debe buscar esta noche ante el Milán el punto justo de
equilibrio entre la estética inherente a su ADN -esa que le ha elevado a
los altares del fútbol- y la épica indispensable para remontar un 2-0
ante todo un Milán. Un equipo que no es lo que fue, pero que lleva una
camiseta que ha ganado siete Copas de Europa y que en escenarios como
los de hoy se siente como pez en el agua. Al Barça esta noche no le va a
llegar con la estética. Hoy es noche de héroes.Para ambos.
Dos cosas se dan por supuestas de cara al partido de hoy: que el
estadio y la afición no fallarán (¿quién dijo Grada de Animación?) y que
el Barça bordeará el éxito durante algunos momentos del duelo. Más allá
del esquema táctico; de los actores que elija el entrenador; del estado
del terreno de juego o de la disposición del rival, el partido tendrá
una sola dirección. La de la portería lombarda. No obstante, en las
últimas grandes citas del Barça, esta premisa no ha sido suficiente. A
lo mejor, ese libreto asegura un triunfo, pero resulta que hoy no vale
sólo con ganar. Deben ganar por una diferencia considerable. Y ahí es
donde entra la épica, una cualidad que el Barcelona no ha necesitado
demasiado en los últimos tiempos. Es como el fusil del abuelo, que
descansa en el desván y nunca hizo falta usarlo. Probablemente, ha
llegado el momento. El momento de ser un poco loco, de renunciar a
ciertos corsés. La situación lo exige como lo exigía hace un año ante el
Chelsea y hace tres ante el Inter en intentos fallidos. Entonces eran
semifinales, ahora son octavos. Y a diferencia de la antesala de la
final, no hay gloria para el caído. Los que no tienen nada que perder
son más peligrosos y eso podría aplicarse más al Milán que a los
locales, a los que el presente obliga.
En el Barça, el 90 por ciento de las cartas parecen marcadas. La
imperiosa necesidad de no encajar en el Camp Nou desaconseja la defensa
de tres, al menos desde el inicio. "Ya habrá tiempo de locuras",
aseguran desde el vestuario del Barça. Entiendan por locura una defensa
de tres o a Piqué como delantero centro. Ver cualquiera de las dos
opciones sería un mal síntoma, en todo caso.
En el centro del campo no se admiten apuestas. Busquets, Xavi e
Iniesta. La duda está en quien acompañará a Messi delante. Alexis, que
ganó el cásting de la última semana, y Pedro, que descansó, son los que
más números tienen.
Ahora que se está eligiendo Papa, los equipos italianos y el Milán
más, que tiene al tifoso cardenal Angelo Scola situado en la Pole para
recibir el Anillo del Pescador, cuentan también con un intangible
poderoso con el que enfrentarse a la pureza estética del Barça. Tienen
el Oficio. El Santo Oficio de la defensa. Darle un 2-0 de salida al
Milán es una temeridad propia de quijotes. Es como hacer el cuádruple
mortal sin red. Una llamada a la épica.
Disfrazado de corderito, el Milán saldrá dispuesto a asestar la
puñalada más dolorosa en el peor momento. Los italianos saben lo que les
espera. Lo que no saben, y ahí está la carta del Barça, es qué Messi se
van a encontrar.
martes, 12 de marzo de 2013
Remontada
2:44
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