El Real Madrid se juega el pase a la final de Wembley ante un equipo
que se le parece bastante, aunque sea más pequeño y más ingenuo. El
maestro del contragolpe se mide esta noche ante su alumno más
aventajado. El entrenador más personalista de cuantos existen se
enfrenta hoy a una revisión feliz de su personalidad arrolladora. Dos
equipos de autor, por tanto. Ágiles, rápidos y jóvenes. A tres partidos
del título.
Las líneas paralelas (arriba el Madrid, debajo el Borussia) se
quebraron anteayer cuando se supo (y luego se confirmó oficialmente) que
el mejor futbolista del Dortmund, Mario Götze, se ha comprometido con
el Bayern. No es fácil imaginar una filtración más dañina, ni tan
inoportuna. Klopp apunta al Bayern como responsable, pero parecería una
torpeza estratégica que desde Múnich se beneficiaran de las opciones del
Madrid, el peor enemigo de los muniqueses en una hipotética final.
Salvo que Hoeness, perseguido por el fisco, haya querido desviar la
atención de su evasión de capitales.
El efecto de la noticia, no obstante, es imprevisible. Lo normal es
que Götze juegue lastrado por el peso de su conciencia y censurado por
una parte del público. Lo raro sería que el Borussia encontrara en el
caso una motivación extra y multiplicara su rendimiento con la
colaboración del chico o sin ella. La posibilidad no se descarta: Mou
conoce mejor que nadie el beneficio deportivo de los ataques exteriores.
Los futbolistas corren más cuando se sienten perseguidos.
El caso Götze y las reacciones de Klopp ocuparon las portadas de los
medios digitales hasta que, sobre las 16:45, Mourinho decidió tomar las
riendas. Sin ser preguntado por el equipo, el entrenador del Real Madrid
recitó el once como si lo más importante no tuviera trascendencia
alguna. Sólo se dejó la mínima escapatoria de Di María, que se ha
incorporado hoy a la concentración por haber sido padre el lunes (parto
prematuro y con alguna complicación).
El once no incluye grandes sorpresas. Repiten ocho de los futbolistas
que perdieron 2-1 el pasado octubre. Sólo faltan Casillas, Essien
(coladero aquella lejana noche) y Benzema (saldrá Higuaín). Sin
secretos. Si el Borussia necesitaba una caricia, aquí la tiene. Ya no
podrán quejarse por la traición de Hoeness, ni por el oprobio
capitalista. Mourinho, una vez más, gana el prepartido: blancas mueven
primero.
El siguiente asunto es más vaporoso y se relaciona con los nuevos
tiempos: para el Madrid ha dejado de ser una ventaja disputar el segundo
partido en casa. Se da por seguro que marcará fuera si está obligado a
hacerlo. El problema es que hoy no está obligado a hacerlo, o no tan
obligado como estaba en Manchester. Advierto sobre la tentación de ser
conservador, de excitarse con el 0-0 (resultado químicamente imposible) o
con cualquier otro empate. El Borussia también se parece al Madrid en
esta extravagancia: será aún más peligroso en el Bernabéu.
Leyenda. Jugará Diego López, como queda dicho en la
página siguiente y como dicta el sentido común. Sin embargo, hay un
peligro latente: se ha pasado de cuestionar a Iker a insultar su
leyenda. Y las leyendas tienen mal carácter.
También jugará Cristiano (once goles en diez partidos de Champions).
Si no empezamos por él, es porque nos hubiésemos quedado sin nada más
que decir.
miércoles, 24 de abril de 2013
El Madrid busca la final de la Champions
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