Vaya por delante que las remontadas de los 80 partían de una
inferioridad asumida, deportiva y económica. Nacían de la rebeldía ante
un destino gris. Entonces no había dinero, ni Cristianos, ni calefacción
en la tribuna. Remontar era, para la afición y para el equipo, la
oportunidad de reivindicar en Europa el prestigio de un escudo. En
muchos sentidos, la remontada era el título. La duda es saber si la
misma conjura se puede hacer desde la opulencia. Hoy lo averiguaremos.
La primera aproximación al partido-hazaña nos señala la necesidad de
una serie de accidentes favorables. A saber: pánico ajeno, inspiración
propia y/o decisiones arbitrales determinantes (penalti-roja es la
opción preferida).
Cumplido el requisito inicial (tener suerte), la siguiente
complicación no será marcar tres goles o más (el Madrid lo ha logrado 17
veces esta campaña), sino mantener la portería a cero. Aquí se localiza
la primera encrucijada del partido. Vista la fortaleza del Borussia a
la contra, quizá fuera bueno aceptar el gol en contra como un hecho más
que probable (nada depresivo, por tanto) y concentrarse en un
intercambio de golpes del que casi siempre saldría ganador el Madrid,
confiemos que con resultado favorable (5-1, 6-2 o 7-3). De los 52
partidos que ha disputado hasta el momento en todas las competiciones,
el Madrid ha obtenido en 13 oportunidades un marcador que esta noche le
clasificaría para la final (un prometedor 25%); en cuatro ocasiones más
repitió el resultado que le aseguraría la prórroga (objetivo nada
desdeñable). Valgan los números para dar carne y sustancia al espíritu
de Juanito.
Dicho lo cual, insisto: el Borussia tendrá que ayudar. En el presente
curso sólo el Hamburgo le ha metido cuatro goles (1-4) y de sus seis
derrotas únicamente en una se olvidó de marcar (1-0, en campo del
Bayern). No han perdido todavía en Champions, su moral es óptima y sus
conocimientos de la historia madridista (capítulo remontadas)
apreciables. No sólo son un buen equipo; además, están avisados.
En el Madrid casi todo gira en torno a Cristiano. En él se concentran
el espíritu de Juanito, la cabeza de Santillana, los remates de Hugo y
las galopadas de Míchel o Gordillo. Es imposible imaginar una goleada de
lo que no participe él. Su estado de forma es la incógnita. Vive entre
caricias desde el partido de ida y a partir de las 20:45 no le darán ni
una más. Al contrario, más bien.
Dureza. Sobre ese contrario también conviene
explayarse. Mourinho deslizó ayer un dato-reproche que sus jugadores
habrán escuchado machaconamente durante los últimos días: Lewandowski
marcó cuatro goles sin recibir una sola falta y a Cristiano le hicieron
cinco a los diez minutos. El apunte es impreciso (el Borussia hizo la
primera falta en el 17'), pero se entiende como el anuncio de un partido
que podría no saber jugar este Madrid, un choque repleto de
brusquedades.
Salirse del guión aprendido no suele ser una buena elección en
situaciones parecidas. Ni condicionar la naturaleza de los jugadores, ni
alterar el orden natural de las cosas. Y podría ocurrir: Callejón gana
enteros como lateral derecho en sustitución de Essien.
Plszczek es duda en el Dortmund (dolorosa) y Modric podría reemplazar
a Khedira. Lo demás es historia y leyenda. Sólo el Depor, ante el
Milán, ha remontado un 4-1 en Champions (4-0 en Riazor). De momento.
Esta noche el Madrid intentará la misma hazaña. Con cuerpo, alma y
espíritu.
martes, 30 de abril de 2013
Operación Remontada
1:40
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